domingo, 16 de septiembre de 2012

Con estos cambios, la humanidad abandonó por completo la antigua forma de comprar y vender productos. Se dio el tránsito de las economías de pan coger, a las economías sobrecargadas de producción. Ya no se dependía de, por ejemplo, las estaciones o el clima para producir, ya que en las fábricas que eran todos unos centros artificiales de producción, no existía el tiempo muerto. Por supuesto, la noción del tiempo también se transforma ya que pasa a ser objeto de racionalización, al igual que muchas otras actividades de la vida privada. La figura por excelencia de esta época fue el reloj.

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